Hoy he evocado la imagen espantosa de una calamidad, de una catástrofe. Viene del pasado. Había estado siempre ahí, como una visión triste, como una fotografía de un momento de desgracia, pero ahora, con el correr del tiempo, se ha hecho de alguna forma, más profunda, más llena de significados, de sentidos: se ha convertido en un símbolo. Estaba como lo que era: una imagen dormida, una imagen triste, que esperaba su turno de emerger en la memoria caprichosa que se forma con la vida, pero sobre todo, esperando adquirir una nueva calidad, hasta llegar a ser una alegoría.. Sucedió hace mas de veinte años, en ese día que se ha repetido tanto en nuestra historia. La tierra estremeció sus profundidades, para sacudir lo que sobre ella misma estuviese plantado. Cayeron las casas, las paredes, los postes, los árboles, los edificios, como antaño, han caído los templos, las estelas, los muros. Recuerdo que fue al mediodía, que la tierra se movió como se mueve el mar: sentimos las ondulaciones de
"Escribir, es poner en orden lo disperso" Carlos Fuentes