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Mostrando entradas de agosto, 2012

Wakefield: el cuento maldito

No sé si a veces la literatura realiza o promueve un designio. No sé, si un cuento es capaz de definir un destino, el de algún lector: su víctima. No sé, si ha ocurrido antes, que lo alguna vez escrito se vuelva profecía, oráculo aterrador de alguna vida. Adquirí ese libro ya hace 20 años, en las cercanías de aquella pequeña plaza San José, quizá en una calurosa tarde de San Salvador.   Me lo traje conmigo… Por años he visto el lomo de ese libro en el estante o sabía de su existencia en una caja cercana. Sin atreverme a abrirlo, tan siquiera a tocarlo. Sabía que estaba allí, como una maldición escrita solo para mí. El terror y el más   insoportable dolor me invadían de lleno al repasar en el recuerdo, su argumento, tan siquiera. Sentía ese libro, ese cuento, burlarse, señalarme con un dedo acusador; quizás, sonreírse satisfecho al ver mi propia vida. Para mí era un libro maldito, en el que una vez leí una historia que al imaginarla en mi vida la sentí insoportable,

Crónicas de Arturo Ambrogi

Crónicas de Arturo Ambrogi Publicado en Revista Contrapunto Arturo Ambrogi (1874-1936), fue un escritor que poseía la tan rara facultad de la fina escritura,   pero sobre todo, este salvadoreño de entre-siglos, fue un cronista excepcional y junto a ello, un viajero incansable, un cosmopolita en el más extenso sentido del término. En el año 1996, bajo el titulo de Crónicas, y con el auspicio del entonces Consejo nacional para la cultura y el arte, se publicó un conjunto de breves escritos (24 en total) procedentes de tres de sus trabajos principales: Crónicas marchitas (1916), Marginales de la vida (1912)   y Muestrario (1955). En conjunto, la obra es un recuento de relatos de vida del escritor en su peregrinaje por el mundo, pero principalmente un contar de encuentros con personalidades sobresalientes de la literatura y el arte latinoamericano. Se inicia el libro con la visita que Ambrogi hiciera a la casa de Rubén Darío en el año 1915, en una de sus estancias en la c

El Aleph prodigioso

El Aleph prodigioso. (Publicado en Revista Contrapunto. Agosto 2012) Releyendo esa maravillosa obra que sobre Fernando de Magallanes, escribiera Stefan Zweig, me sorprendo en una tarde de domingo, en uno de esos lugares donde muchas personas se congregan – llamados por el olor del café-   con sus respectivas soledades y silencios, a pasar las horas con sus    miradas atentas sobre las pequeñas pantallas de sus computadores y tabletas. De repente, me sorprende ser el único en ese sitio, que en lugar de algún dispositivo electrónico, tiene un libro en sus manos. Este hecho, pienso, me da ciertas limitaciones, o tal vez, me da ciertas ventajas. No lo tengo claro. Me intriga saber qué ven en ese momento preciso, qué observan, qué leen los otros; y si de alguna forma su mirada es más profunda, más amplia, de lo que yo experimento al leer como aquel famosísimo personaje contornea con su nave el África y   se avoca a la actual Singapur; o como navega sobre gélidos mares bordea

Ortega y Gasset y las generaciones salvadoreñas

Josê Ortega y Gasset, El tema de nuestro tiempo y las generaciones salvadoreñas. (Publicado originalmente en Diario Colatino. Suplemento Cultural Tresmil en  mayo 2010)  ¿Hacia dónde vamos como país? ¿Qué esperamos del futuro? ¿Es posible esperar un estado de cosas mejor que el que actualmente tenemos? La creciente violencia social, el poderoso crimen organizado, la pobreza extrema, el terror cotidiano, la migración forzada, el desmembramiento familiar y la pérdida de la tradición comunitaria, son algunos de los problemas sociales que en el día de hoy definen el panorama social salvadoreño. Ante ello,   se anteponen aquellas interrogantes, y fundamentalmente la principal de ellas: ¿tendremos la oportunidad que la generación presente o alguna generación futura asuma sobre sus hombros, mejor que nosotros, la responsabilidad de transformar esta deshumanizante realidad en la que hoy vivimos? El intentar una respuesta tentativa a esa pregunta, insoslayablemente nos remi