¿Para qué quedarse con lo bello? ¿Para qué esconder la luz o la dicha? ¿Para qué? Si la alegría crece con cada palmada que le dán en la espalda, o cada vez, que le peinan el cabello. En este mundo tan triste y tan desesperanzado, ya lo dijo Borges, tenemos la obligación de ser justos y ser felices. Y otra vez, ahí está la música, la bella música, para regalarnos un momento de felicidad. Así, de una conversación telefónica con Mario Bencastro, yo en Houston, y él en Florida – me gusta más decir La Florida, remite a un lugar lleno de flores- pasamos de hablar de literatura, a la pintura y de ahí, a hablar de Jazz y a mencionar a Chamba Elias – ese gran jazzista salvadoreño que conocí en el velorio de mi abuela el pasado diciembre. Luego fue inevitable emocionarnos al hablar de Bebo Valdés y de ese gran disco llamado Lágrimas Negras, que grabó con Diego El Cigala. Entonces, pasamos al flamenco, y Mario me preguntó si conocía un disco llamado La leyenda del tiempo , que