Hacia una metafísica de El chavo del ocho. Lo que un artista pretende es que su obra tienda a perdurar. La permanencia es el fruto esperado del esfuerzo de toda una vida, en una dedicación constante. La obra efímera, es un fruto desprendido, malogrado o prematuro, en la que a veces el artista, ha pretendido perdurar fácil y fallidamente. No obstante, hay obras mal apreciadas, desconocidas, que se han abierto paso desde atrás del tiempo hasta llegar a ser íconos, modelos, clásicos, referencias de una manera de ver el mundo artísticamente. Pienso en que, por ejemplo, no hubo una sola pintura de Vincent Van Gogh , que otra persona poseyera en vida de su autor. Así como hubo libros imperecederos, siempre vivos, que han ido madurando con el tiempo. Obras olvidadas, rescatadas de la intencionada oscuridad de la memoria donde un grupo social las había relegado, como los escritos y cuentos de Oscar Wilde; o aquellas obras, que fueron sencillamente escondidos de sus autor