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Carta de esperanza para un pueblo


Carta de esperanza para un pueblo.




Que caiga la lluvia
Que caiga un chaparrón
Que caiga.




No para botar las casas,
mejor, para hacer crecer las siembras.


Para adornar el dia de gotas luminosas,
para lustrar las hojas de todos los amates.




Que sople el viento
Que sople un ventarrón
Que sople.




Que enrede los cabellos que estén sueltos,
las ramas del mango y del naranjo,
y que haga volar alto las piscuchas
de esos niños nuestros,
que han amarrado su risa con la punta del cielo.




Que haga una tarde bonita cada día,
que haga una tarde fresca.
Que dure más allá que de las cuatro hasta las seis.
Y que en esas tardes salgamos fuera todos,
a sentarnos en bancos o cunetas,
a platicarnos de cosas que queremos,
a conversar de aquello que soñamos ,
y olvidemos - aunque sea por un rato-,
todo lo que nos haya puesto tristes.

Que se haga de noche, estrellada.
Que se haga de noche, alunada.


Y quedándonos fuera, abajo de los luceros,
volvamos a jugar aquellos juegos:
el ladrón librado, esconde el anillo,
las estatuas de marfil, arranca cebolla,
o la víbora de la mar.


Que amanezca temprano,
que salga un sol tibio,
que huela a café, a leche, a pan dulce,
que suenen los besos en las frentes de los escolares.
que brillen los ojos en los rostros de todas las gentes de las casas.


Que haya trabajo,
trabajo cerquita.
Y que los grandes salgan temprano a sus labores.


Y que regresen cansados y contentos,
contentos porque el trabajo abunda,
contentos que la paga es buena.


Que sentados a la hora de la cena,
bendigamos la jornada,
bendigamos la comida.

Que estemos todos completitos,
y que aquel que se haya ido lejos,
regrese cuando quiera.



Claro,
hay cosas que no puedo pedir:
que vuelvan los para siempre idos,
que no pase lo que ha pasado,
que no me vaya yo... dejando a los que quiero…


Por eso,
no pido cosas imposibles,


Por eso,
pido tan sólo lo que está en nuestras manos,
o lo que podemos con el tiempo... regalarnos.




Jorge Castellón

Noviembre 2009

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