Pur ti miro.
Hay paraísos sonoros; hay paraísos en la música a los que un par de veces en la vida somos llamados, y se nos deja regresar, para continuar buscando otros.
La imaginación sonora puede alcanzar alturas indecibles, crear poesía lírica musical. Voz y música pueden ser una vez, una esencia única de un universo simultaneo a éste en el que los seres vivimos, permanecemos o soñamos.
Esto hizo, a mi parecer, Claudio Monteverdi (1567- 1643), al escribir este dueto. El creador de la ópera, y de suyo de la obertura y de lo que conocemos como aria, escribe uno de los primeros, sino el primer dueto perfecto. Como parte de L' Incoronazione di Poppea, Monteverdi enciende la luz de la polifonía musical y de la música escrita junto al canto: un gozo infinito.
Hay paraísos sonoros; hay paraísos en la música a los que un par de veces en la vida somos llamados, y se nos deja regresar, para continuar buscando otros.
La imaginación sonora puede alcanzar alturas indecibles, crear poesía lírica musical. Voz y música pueden ser una vez, una esencia única de un universo simultaneo a éste en el que los seres vivimos, permanecemos o soñamos.
Esto hizo, a mi parecer, Claudio Monteverdi (1567- 1643), al escribir este dueto. El creador de la ópera, y de suyo de la obertura y de lo que conocemos como aria, escribe uno de los primeros, sino el primer dueto perfecto. Como parte de L' Incoronazione di Poppea, Monteverdi enciende la luz de la polifonía musical y de la música escrita junto al canto: un gozo infinito.
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