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Yo, salvadoreño. Origen desconocido.



Yo, salvadoreño. Origen desconocido.


Yo, desconozco mi origen. Mi familia se pierde en sus inicios, es decir, los desconoce. Mi país mismo, ignora su historia, la materia viva, funesta y mítica de la que procede. A veces me pregunto: ¿Cómo puedo ser sin saber de donde vengo?

Yo, quizá provengo de un muy lejano abuso, de un rapto, de una forzada relación en una cosecha de café . No se registra ningún matrimonio oficial en mi familia, en tres generaciones atrás de la mía. Tan solo la  figura difusa de unas niñas frente al resplandor de un horno de adobe, en medio de la madrugada de principios del siglo pasado: mis abuelas.

Es que mi pueblo, es decir, el pueblo de mis abuelas, lo forman los hijos del estupro, las hijas del rapto, los desendientes del capricho sexual de los Adelantados, los conquistadores y los patrones. Yo nací, como todas,  en los rincones de un cobertizo en una hacienda cualquiera; yo nací en los caminos que comunican cafetal con cafetal, es decir, pueblo con pueblo; yo fui engendrado en las cosechas de café entre octubre y diciembre. Como el calendario escolar de mi pais, fui dispensada, a la vez, esos mismos meses, para regresar al lugar donde fui engendrada: la cosecha.

Provengo quizá del abandono. No. Yo provengo de la violencia.

Yo provengo de la tristeza de una pequeña mujer escapada de su casa, que huye de los castigos de un patriacado infame; de la rabia generacional de mil mujeres; del proceder fanático de un cristianismo medieval, que castigaba con dolor y sangre cualquier rebelión contra el orden colonial de alguna  casa, enclavada a las orillas de una enorme hacienda: mi país.

Es que el lugar donde nací, nació a su vez de esa manera donde abuso y poder, trabajo y vida, se confunden: la hacienda. Su orden, es la moral y las leyes de una nación moderna.

Yo no escogí su nombre (El Salvador), tampoco su escudo, su bandera ni su himno. Las sangres que me engendraron son las que dieron su riqueza -con los siglos y las décadas-, a los que siempre delimitaron las fronteras,  escribieron los tratados comerciales, acuñaron la moneda, dictaminaron lo que debía de comer, y lo que debía de saber si un dia iba a la escuela.

Mi abolengo, es la infinita cadena que rodea el cuello de los nacidos para obedecer; esos escogidos por una historia ajena, para que con su trabajo, enriquezcan a otros: Yo he hecho a los ricos de mi país.

Yo, no tengo dirección fija. Me vine de mi casita por el miedo a las Maras allá por Lourdes Colón. Hoy me voy a otro lado. Ya antes nos habiamos venido de Chalatenango en tiempos de la guerra. Yo era la menor de mis hermanas

Mi apellido es el que llenaba las planillas de las fincas, hoy la de las maquilas y las listas de los deportados que retornan desde Los Estados Unidos de Norteamérica; mi apellido es el que se lee en los reportes de los desaparecidos en una tierra lejana allende los rios y los valles, los desiertos y quebradas, donde he sido devorado por lagartos; he muerto de sed; he sido comida por los perros, he naufragado en una balsa frente a Oaxaca y me han asesinado en Tamaulipas.  

He regado mi sangre desde el volcán Quetzalteqieque hasta el Popocatepetl y el Santa Elena.  Desde Tenacingo hasta Tapachula; desde San Miguel hasta Poza Rica; desde Cuzcatancingo, hasta Tijuana.

En la noche de los trenes me han violado, cruzando México.. Antes de cada intento por cruzar aquella frontera del delirio, he inyectado mi sangre de anticonceptivos.  

Yo, soy la que corta las naranjas en California, los pinos de navidad en West Virginia, las  lechugas en El Paso. El que hace las casas, las carreteras que comunican Lousiana y Alabama. La que cuida los niños de los médicos y abogados en Chicago y Ohio. Yo trabajé para Cantinflas en Houston, para Michael Jackson en California,  y hoy trabajo para Joel Osteen en su cabaña en Colorado.

Soy de la Mara 18 y de la Mara 13. Vivo entre Honduras y Guatemala,  pero tambien entre la cárcel de Gotera y de Ahuachapan. Mi familia última la perdi en las calles de Los Angeles. Soy la victima y el victimario. Soy la contradiccion que mata lo que a si mísmo se parece, mejor, lo que yo mismo soy. 

He estado en todas partes. He muerto en todas. Vivo en todos los sitios. Sufro por doquier. Soy el que todos olvidan. Soy la que todos nombran a su favor o de su gloria personal. Soy por el que trabajan los políticos de mi Asamblea Nacional. Soy ciudadana errante, paria,  de una Republica que en su primer articulo de su constitucion, dice que soy una persona humana y que ha de velar por mi salud, mi cultura, mi bienestar.

Yo, llevo la nacionalidad, en cuya Constitución, aparece como primera firma, es decir, en calidad de Presidente de su Asamble Constituyente,  el señor Roberto d’ Aubuisson  Arrieta. El mismo hombre que ordenó el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, el mismo que estaba a cargo de los Escuadrones de la muerte durante la guerra civil de mi país.

¿Cómo el mal puede desearme el bien?

Yo, pertenezco a ese grupo humano que siempre ha puesto los muertos,  cuando algún capricho comercial, territorial, populista o militar, ha decidido la guerra. Yo no he decidido nada.

Así, yo, de alguna manera, acompañé a Gerardo Barrios, pero tambien a Francisco Morazán; en mi desesperación seguí al negro Farabundo con su ímpetu, pero también, empuñé el fusil en medio de esos hombres que comandaba mi coronel Jose Tomas Calderón. Fui entonces, soldado de Maximiliano Hernandez martinez, y miliciano de los Occidentalistas. Medio siglo después, habria de ser miembro del Batallon Atlacatl y de la Fuerza Armada; pero tambien fui guerrillera en el frente Feliciano Ama y el Anastasio Aquino.

Amo y maldigo a ese pais donde yo he nacido.

Nada  me ha dado y me ha dado todo lo que tuve: es decir nada o muy poco. No se puede extrañar ni querer a quien no te extraña o no te quiere.

Amo personas, no tierra. Amo amigas, no calles. No es tu casa aquella de donde te han sacado. Tu casa es donde te quieren.

Yo, soy lo que no he deseado ser: soy lo que he podido. Soy lo que no merezco, soy lo que aun quiero llegar a ser.

Soy la terquedad de un sueño incumplido. Soy de un lugar que ya no es mío. O sea, soy algo que ya no es y sigue siendo.

Soy lo que me dejaron ser. No lo que he querido.

Soy todo mi pasado y al mismo tiempo nada. Tengo historia y no la tengo. Soy lo que no quiero ser y sigo siendo sin quererlo.
 



        

   




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