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15 minutos para El Salvador



15 minutos para El Salvador


Siempre he tenido la idea, quizás absurda, pues no tiene un cometido práctico, es decir, en nada aliviará la pobreza de ninguna familia salvadoreña y a nadie dará un empleo permanente. Pero pese al temor de provocar ridículo, me sigue persiguiendo la idea de que un día, podamos, no sé quienes, ni cómo, organizar lo que podríamos llamar Un cuarto de hora de lectura del país.
No se donde leí algo que me hace no desistir de esa idea recurrente: nada importante se ha hecho en este mundo que haya tenido una completa aprobación: siempre habrá desacuerdos hasta por la más correcta idea. Así que si para lo correcto y sensato hay desacuerdo, porqué me he de preocupar del desacuerdo que genere esta necedad.
Y si del desacuerdo se pasa al ridículo, quiero recordar que ha habido ideas en mi país, por ejemplo, en la Asamblea Nacional, que han superado el ridículo, y han llegado incluso a ser un nocivo atentado de los Derechos Humanos Universales.
Haciendo esas aclaraciones, lograr que en un país como el mió, la mayoría de su niñez y su juventud, tanto los escolarizados, como los que por diversas razones no han podido continuar con su educación básica; lograr que los empleados y trabajadores, y aquellos con empleos temporales ( que son la mayoría), mujeres y hombres que han podido aprender a leer de alguna manera, -seria importante pienso, no por nosotros, no por el presente, sino, como en un acto de esperanza y fino optimismo-, seria extraordinario digo, como signo de interés por revivir este país de la muerte de la esperanza de los jóvenes, lograr ponernos de acuerdo, escoger un día, buscar, prestar y donar un libro, o el que pueda, comprar otro; dar el tiempo que los escolares y los empleados necesiten, darse el tiempo los políticos, los religiosos, los profesionales, para, en un espacio de 15 minutos, todos y todas leamos en el territorio nacional y en el resto de los países donde un tercio de nosotros nos encontramos.
Leer un libro. Leer solo, leerles a otros. Leer en el bus, en el parque, en la fábrica, en la maquila, en el campo. Simplemente, devolverle a uno de los grandes logros humanos, su dignidad, en un país, del que ya muchos no esperan nada. Sin patrocinios partidistas, religiosos o económicos, simplemente ponernos de acuerdo 15 minutos para leer. Como muestra de civismo, de responsabilidad con el futuro, de acuerdo por la cultura, de desacuerdo por lo que atenta contra el bienestar y el verdadero desarrollo humano.
Se que la inmensa mayoría de adultos y jóvenes que no han podido aprender esa habilidad porque nuestra sociedad no se los ha permitido; se que los niños y jóvenes que si lo han logrado, tal vez, confirmen unos y reafirmen otros, el valor de la cultura y de la educación.
Quizás los políticos y los grandes propietarios, los banqueros y sus colaboradores, evidencien que la gente de afuera de sus ventanas, no es una masa de cosas, sino un grupo de personas que tienen esperanza. Tal vez, se certifique que la juventud nuestra pese a todo, sigue teniendo sueños como otras generaciones las tuvieron. Tal vez, logremos mostrar al mundo, que un país, ahogado en sangre y odios, puede detenerse y ponerse de acuerdo en algo hermosamente simple: leer.
Con esto, para los que se opongan, por costos y por tiempo, nos reservaremos nuestra duda de su genuino interés por el futuro de un país que ya agoniza.
El que hasta acá haya llegado sin reírse, gracias. Es tan solo una idea, peores cosas se han dicho en este país, y peores cosas se han hecho. Solo que hay que leer para saberlas. Y las personas que a esta insólita inquietud, le dan el valor de la duda, gracias. Hay cosas que recuerda la historia con alegría, que nacieron cuando un cuerdo escuchaba a un pobre loco.

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