Estamos acostumbrados desde hace no sé cuanto tiempo a pensar la vida como en el cine, a que los hechos de la realidad que nos sorprenden y los desenlaces que nos emocionan sean valorados “como de película”. Desdeñando incluso la propia realidad y la realidad de las palabras mismas. Se ha escrito poco sobre cómo los modelos de conducta, los hábitos sociales, el comportamiento sexual o el lenguaje, han sido en mucho influidos por el cine en nuestra sociedad contemporánea. Pero dejemos ese arduo tema a los comunicólogos y sociólogos, y permítaseme apreciar hoy tan solo, - en el Día Mundial del Libro- el valor de la palabra sobre la imagen, del libro sobre el mal cine: por que dos buenas artes son incomparables. De reivindicar una vez más, la gran literatura sobre la industria masiva de aquella ciudad angelina. Reiterando, por supuesto, que el buen cine existe, pero hace menos ruido, y proviene de otros confines inesperados. Empero, dadas mis limitaciones, de es
"Escribir, es poner en orden lo disperso" Carlos Fuentes