Deletrear el Mundo
En el mundo de la realidad, estamos; pero en el mundo del lenguaje, de los libros, somos. Las silenciosas páginas que esperan a sus lectores muestran, entre otras cosas, que vivir es dialogar, entender, soñar, interpretar.
La lectura, en el surco del tiempo, nos arranca de ese originario silencio de cada existir. Leer es oír otras voces, descubrir otras conversaciones, enriquecer la sensibilidad y la inteligencia y, de paso, sentir el susurro de la escritura como un territorio de la posibilidad, de la creatividad; de recrearnos, de volver a ser, con todas esas voces que nos hablan (y nos ayudan).
Tendríamos que dar las gracias a esos autores que nos han dejado en sus páginas el sorprendente gozo de la escritura. Una forma de sostener el tiempo, de poner en las palabras que nos ofrecen la esperanza, la felicidad, la libertad de pensar, (de no dejarse manejar).
Este es el inmenso regalo que está en los libros, y que en el acto de leer, de deletrear el mundo, nos abre el maravilloso don de una inagotable compañía en la que aprendemos la amistad de las palabras. Y esa otra mirada: la de los libros que, a su vez, nos miran, y que son ya un reflejo de todas las vidas que nos acompañan y que nos liberan, para siempre, de la soledad.
Mythos,
de Emilio Lledó
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