Esas figuras en la noche. Hoy, no sé por qué, me acordé de un cuento triste. Quizás por tanto amor, quizás por tanto dolor, quizás por tanto sacrificio. No lo sé. Así es el alma. Uno no sabe a veces porque siente lo que siente. Frente a mí se aparece esa imagen de dos personas andando un camino largo en medio de la noche más negra de algún lugar remoto donde los días son abrasadores. Uno figura encorvada carga otra acurrucada sobre sí. Son padre e hijo... Si. Lo adivinaron. Vienen de ese cuento que no tiene parangón que Juan Rulfo escribió hace muchísimos años: Oye si ladran los perros. Van en busca de un lugar. Llevan arriba de ellos el peso del dolor y de la vida, de la calamidad, del mal. Ese peso sobre el padre, se aumenta con ese otro peso sobre el hijo. Una fuerza que aprieta y ahoga como nada. A veces la esperanza se resume en un grito lejano, una distante luz, o los simples ladridos de unos perros que no llegan. Y me acuerdo de otro cuento de la mism
"Escribir, es poner en orden lo disperso" Carlos Fuentes