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De un mundo raro.







De un mundo raro.

El alma de una nación tiene su residencia concreta en personas humanas de diferentes sectores y grupos. El alma de una nación, el sentir nacional, el espíritu de una tierra o pueblo, en suma, la reserva espiritual de sus ciudadanos, esa que escapa a las grandes encuestas y estudios psicosociales-, es lo que a la larga define una nacionalidad, una forma particular de existir de un grupo humano. Un carácter nacional.

Esa alma colectiva, ese sentir, se manifiesta en la cotidianidad, en el día a día de la conversación, de las acciones de ese conglomerado de persona; en el saludo de cada mañana, en el apartarse al sentir muy próxima la presencia de otro; se manifiesta en el volumen de la voz, en los gestos de cada rostro. 

Es esa manera ante la cual un inmenso grupo humano, nos comportamos ante una fatalidad ajena, ante el júbilo de otros o ante los que a nosotros mismos nos pasa.

Si bien muchísimos pueden diferir de ese sentimiento; si bien miles no experimentan esa ola masiva que articula voluntades, el carácter nacional hace participe al núcleo más fundamental de una sociedad. Es el terror, es el espanto; es la esperanza o la solidaridad; es el odio o la conmiseración.

El pueblo mexicano demuestra hoy al paso de las caravanas centroamericanas un carácter no inédito, sino, que ha estado increíblemente invisible para muchas personas. No es nueva la solidaridad, la conmiseración que las personas de un sinfín de pueblos demuestran al emigrante centroamericano que cruza frente a su puerta.

Es que el pobre reconoce a la pobreza; el sufrido reconoce el sufrimiento; el valiente reconoce la valentía. Hay sonidos que no todos escuchamos, imágenes que no todos vemos, dolores que no todos comprendemos. Esperanzas que no todos albergamos.

Los peligros son tantos. La delincuencia organizada y las instituciones militares han causado un daño terrible a esa incontable avalancha humana que cruza de sur a norte por el territorio mexicano. Pero al mismo tiempo, siempre hay un hecho heroico o noble que hay que destacar en esto que algunas personas han llamado el Holocausto del migrante: la sed que se ayuda a calmar; el hambre que se ayuda a mitigar, el frio que se arropa.

Digámoslo ya: la generosidad es un rasgo de carácter del pueblo mexicano, tan real como su amor al terruño o su melancolía. Quien la ha sentido, jamás la olvidará, es que parece venir de un mundo raro.






Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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