Con suma tristeza me entero del absoluto desinterés con el que han sido considerados, por parte de las empresas privadas de construcción, los hallazgos arquelógicos en la finca El Espino. Los restos prehispánicos descubiertos y destruidos por los tractores que preparan el terreno para la autopista Diego de Olguin, y el acto despreciable de no detener los trabajos de construcción una vez detectados los primeros hallazgos, son una prueba más, entre muchas otras, de la falta de interés, por la verdad histórica de El Salvador. Pero más aún, esta voluntaria negligencia, es un síntoma claro de la cultura autodestructiva que prevalece en el pais. Destruir el propio pasado, ocultar la propia verdad, enterrar la propia historia en favor de la recompensa inmediata, del enriquecimiento, de la voracidad, del apropiamiento, tan sólo puede adjudicarse a una ya muerta y putrefacta conciencia del respeto a la cultura nacional. Nunca como en El Salvador, la palabra nacionalismo ha dado más de sí en su
"Escribir, es poner en orden lo disperso" Carlos Fuentes