La sonrisa milenaria. Recorrer la distancia de 42 kilómetros y 192 metros en un tiempo de dos horas, tres minutos y 56 segundos es algo ajeno a cualquier ser humano de cualquier parte del planeta, rico o pobre, blanco, negro o amarillo. Solo lo pudo lograr un ser humano: Haile Gebrselassie. Quien abandonó hoy la maratón de New York a mitad de la carrera y al mismo tiempo, abandonó para siempre a sus 37 años, su carrera atlética. La carera de largo fondo ha sido siempre una actividad humana maravillosa. Un atleta de alto nivel, vive en otro planeta dentro de su solitaria vida de fondista. Recorre entre 200 a 300 kilómetros por semana, entrena dos o tres veces diarias los ocho días de la semana, los 365 días del año. Vive consigo mismo siempre. Dialoga con el sonido de sus pasos sobre el pavimento o la tierra; observa sin ver ese paisaje rutinario que conoce de memoria a la hora del amanecer o del crepúsculo. Conversa con la luna, las estrellas, el sol tierno de las mañanas de invierno.
"Escribir, es poner en orden lo disperso" Carlos Fuentes