Ir al contenido principal

El gran viaje de Eugenio Trias.




El gran  viaje de Eugenio Trias.


Fotografía: Diario ABC España 


Este día es enterrado Eugenio Trias. Para algunas personas cercanas al quehacer filosófico, quien ahora se nos adelanta, fue, es, el más importante filósofo español después de José Ortega y Gasset, lo que es decir mucho.

Supe de Trias hace muy poco,  gracias al programa que  Radio y Televisión Española (RTVE) produjo,  nombrándolo con el axioma  de Descartes: “Pienso, luego existo”. En la edición dedicada a este pensador barcelonés, se nos presenta un hombre  fatigado –sufría la enfermedad que lo conduciría a la muerte- , pero sobre todo, se nos revela un hombre sumamente agudo y creativamente  audaz en  su  tarea filosófica; alguien que venía acometiendo en treinta libros, desde 1969 a 2010, -es decir, a lo largo de 40 años y cruzando por el Premio Nacional de Ensayo de 1983-, la osadía de querer construir todo un sistema de pensamiento, afincado en una tradición sólida de la reflexión ontológica y ética. Pero también, abordando, desde su vertiente, temas novedosísimos y propuestas valientes para el  quehacer de la filosofía, como es el caso de sus estudios sobre música -El canto de las sirenas  (2007) y La imaginación sonora (2010)-, y las pretensiones que con ello, arroja al filosofar. 

El 4 de noviembre del 2008, Eugenio Trias, publica en el Diario ABC de España, un escrito breve  y fundamental:  “El gran viaje”, que leído hoy, nos  permite  de alguna forma, conversar con el autor, reflexionar junto a él; meditar, si se quiere, sobre la muerte, la suya y la que nos espera a todos;  continuar, de alguna manera,  esa labor que todo filósofo quiere dejarnos: proseguir la conversación que sus pensamientos han engendrado en nosotros.   

Se ha marchado… ha cruzado ya, un límite.

Comentarios

Entradas populares de este blog

De un mundo raro.

De un mundo raro. El alma de una nación tiene su residencia concreta en personas humanas de diferentes sectores y grupos. El alma de una nación, el sentir nacional, el espíritu de una tierra o pueblo, en suma, la reserva espiritual de sus ciudadanos, esa que escapa a las grandes encuestas y estudios psicosociales-, es lo que a la larga define una nacionalidad, una forma particular de existir de un grupo humano. Un carácter nacional. Esa alma colectiva, ese sentir, se manifiesta en la cotidianidad, en el día a día de la conversación, de las acciones de ese conglomerado de persona; en el saludo de cada mañana, en el apartarse al sentir muy próxima la presencia de otro; se manifiesta en el volumen de la voz, en los gestos de cada rostro.  Es esa manera ante la cual un inmenso grupo humano, nos comportamos ante una fatalidad ajena, ante el júbilo de otros o ante los que a nosotros mismos nos pasa. Si bien muchísimos pueden diferir de ese sentimiento; si bien mil

Simón Bolivar, el general desamparado

Simon Bolívar: el general desamparado. Por Jorge Castellón Lo veía siempre que yo pasaba por la esquina. Allí, oculto tras aquella enorme figura que se elevaba sobre sus patas traseras como queriendo tomar vuelo, como queriendo huir del suelo o quizás amedrentar a los transeúntes, que como yo, veíamos asombrados aquella escena extraña de un animal erguido, con las fuerzas contenidas en un intento estático, pero amenazante, mientras a sus pies, ajeno a esa acción intrépida en suspenso, la figura de un hombre yacía impasible, tendida sobre el suelo, a un palmo de las patas traseras de la bestia. Sobre los cartones, el hombre yacente parecía un cuerpo, que tras una ardua batalla había quedado insepulto, mientras el héroe de algún ejército vencedor, arribaba tardíamente a un poblado ya destruido, a expulsar a los bárbaros que huían del valor de aquel jinete. Porque aquella figura impresionante que se erguía, era un caballo y su jinete, un animal y un hombre, pero para el niño que era yo en

Autumn Leaves.

Jacques  Prévert Joseph Kosma Autumn Leaves: de un poema de amor ya olvidado.                                                                                                 Para Karen y Mario,                                                                                                                         Compañeros en esta aventura . I En este otoño que pasa -como lo hice en el anterior- me he dedicado en lo posible, a escuchar todas las versiones en jazz que he podido encontrar, de ese tema musical que tanto me ha fascinado desde hace varios años: Les feuilles mortes ( Las hojas muertas), más conocido por su bonito nombre en inglés: Autumn Leaves , cuyo exquisito sabor jamás cansa. Pero este año he hecho algo más: quise averiguar, investigar sobre su historia, sobre el origen de esta melodía tan seductora; así, descubrí que esta pieza de música surge como una canción popular en 1945. La música, fue una creación del compositor húngaro Jo